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Lope de Vega

Al sol que os mira, por miraros miro,
que pienso que la luz de vos tomando,
en sus rayos la vuestra estoy mirando,
y luego de dos soles me retiro.

Que cuando una mujer llora y suspira.
¡Ay de la libertad de quien mira!

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Moza fui, gocé mi edad;
pero cuando vieja fui,
otras gozaron por mí
su hermosura y libertad

Setenta años vi el sereno
cielo; gócelos justo:
los cuarenta con mi gusto;
los treinta con el ajeno.

Pero con una cosa me contento;

que aunque puedan quitarme la esperanza,

no me pueden quitar el pensamiento.

«—¿Quien mató al comendador?
—Fuenteovejuna, señor
—¿Y quién es Fuenteovejuna?
—¡Todos a una!»

Y estos arroyos puros,
que por estas pizarras van seguros,
aljofarando arena,
más que la taza de oro y ámbar llena,
que no darán a Césares venenos;
que riéndose el agua, luego avisa
de que a nadie se dio veneno en risa.

La verdad de ninguna cosa tiene vergüenza sino de estar escondida

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