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César Vallejo
Oye a tu masa, a tu cometa, escúchalos; no gimas...
Todo acto o voz genial viene del pueblo
y van hacia él de frente o trasmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna.
No te hagas la que está durmiendo,
recuerda de tu trovador;
que yo ya comprendo... Comprendo
la humana ecuación de tu amor.
Quiere su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido.
¡De puro calor tengo frío, hermana envidia!
¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
He nevado tanto para que duermas
[J'ai tant neigé pour que tu dormes]
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