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Ángel González
La niña movió el aire con sus labios.
Si vas de prisa, el río se apresura.
Si vas despacio, el agua se remansa.
Cuando me duermo, un sol recién nacido
me mancha de amarillo los párpados por dentro.
Realidad casi nube,
¡cómo te me volaste de los brazos!
Habrá palabras nuevas para la nueva historia y es preciso encontrarlas
antes de que sea tarde.
Y sonrío y me callo
porque, en último extremo,
uno tiene conciencia de la inutilidad
de todas las palabras.
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
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